Nadie está
libre del robo de las contraseñas de acceso a los servicios prestados
por internet. Y sino que lo diga el mismísimo Mark Zuckerberg, creador
de Facebook y víctima de los hackers que en 2012 se quedaron con más de
100 millones de datos de credenciales robados a LinkedIn y expusieron
su contraseña: “dadada”.
El cambio periódico de contraseñas, la
actualización del software y un análisis de la información que uno tiene
disponible en sus equipos son medidas básicas para protegerse del robo
de identidad y de otros ataques cibernéticos.
Cuanto más larga y
complicada la contraseña, más le costará a los malos adivinarla. Las
mejores son las que combinan de forma inconexa letras, números y otros
símbolos.
No incluyas los nombres de tus hijos ni de tus mascotas, tus cumpleaños ni otros datos personales que estén disponibles en las
redes sociales. Los hackers revisan siempre las cuentas de Facebook y
Twitter tratando de buscar pistas que permitan descifrar la contraseña.
Las
contraseñas obvias o las que están ya programadas, como
“contraseña123’’ son igualmente malas, aunque los entendidos dicen que
es sorprendente lo comunes que son.
Al margen de lo complejas que sean las contraseñas, se recomienda cambiarlas después de algunos meses.
No reciclar contraseñas
Y
no te dejes llevar por la tentación de reciclar alguna vieja. Cuanto más
tiempo tenga una contraseña, más probabilidades habrá de que sea
detectada. Hay que evitar asimismo usar la misma contraseña en distintos
sitios, para que si alguien descifra la contraseña de tu trabajo no
pueda acceder también a tus cuentas bancarias.
Los sistemas de
identificaciones múltiples, en los que el usuario tiene que aportar una
segunda forma de identificación, tras lo cual se le envía una
contraseña al teléfono o una cuenta de internet, ofrecen garantías
adicionales.
En los países desarrollados, los expertos
recomiendan acudir a servicios que manejan sus contraseñas, que
memorizan fórmulas complejas, de lo cual, como sabéis, no soy partidario
Abundan los ataques en los que el
hacker toma control de un equipo y amenaza con borrar toda la
información si no se le paga una suma (ransomware). Los ataques provienen de software
malicioso, activado al hacer click en un correo fraudulento (phishing) o
en publicidades falsas.
Haz copias
Dado que una
persona no tiene mucho que hacer cuando sucede esto, es vital tener
copias de seguridad de tu información, un proceso que se puede
automatizar. En Estados Unidos hay servicios que lo hacen constantemente
a cambio de un pago mensual. Mac y las computadoras con Windows tienen
herramientas que permiten hacer copias en un disco externo. Eso sí,
asegúrate de retirar la unidad externa de tu equipo cada vez que hagas una
copia para que el programa maligno no se transfiera también.
Por
otro lado, la actualización del software es vital, pues las nuevas
versiones resuelven deficiencias que pueden facilitar el trabajo de los
hackers. Esto se aplica no solo a los sistemas operativos sino también a
aplicaciones comunes. Activa las actualizaciones automáticas que traen
la mayoría de los softwares. Deshzte del software que ya no uses o que
no se actualiza.
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